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Análisis

'Hockenheim, el circuito "decapitado"', por Adrián Puente

Spa, Interlagos, Hockenheim, fueron todos circuitos más extensos que en la actualidad. Pero tal vez ninguno cambió tanto su carácter como la sede actual del GP de Alemania.

Mika Hakkinen, McLaren y David Coulthard, McLaren

Foto de: Sutton Motorsport Images

Todos los circuitos clásicos del calendario fueron modificados, pero ninguno en la dimensión de Hockenheim. La única excepción comparable es Spa. Pero la diferencia es que el escenario belga mantiene el concepto. La traza original del dibujo germano era un lazo de casi 7 km, y se redujo poco menos de la mitad. Literalmente fue decapitado.

Hasta 2001 se utilizó la versión más parecida a la de 1970.  Se despidió con la victoria local de Ralf Schumacher sobre Williams, y volvió un año más tarde con el éxito de Michael sobre una Ferrari. Pero aquella agresiva variante que se internaba en la selva, ya era historia. El circuito atrapado por los abetos en dirección a Heidelberg, tendría que buscar otros motivos para considerarse desafiante.

Archivo del autor:

La “Selva Negra” talló el viejo Hockenheim. Una característica natural que regulaba la temperatura, acotaba la visibilidad, e interceptaba las comunicaciones de radio. Apenas unas chicanas suaves luego de la muerte de Clark en 1968. Largas rectas para un tormentoso derrotero de los motores. Frenos apenas exigidos en la zona del estadio, el único sector conservado. Una “Schwarzwald” cuya silueta coqueteaba más cerca del imponente Castillo de Hohenzollern; ó que al mismo tiempo, recordaba la Operación “Tigerfish” de la Segunda Guerra Mundial, cuando los británicos sobrevolaron el área para hostigar Friburgo.

Hay motivos para añorar, pero también los hay para depositar en este Hockenheim de los últimos 17 años, esperanzas que revalidan la razón de ser de Alemania en el campeonato del mundo. La “Parabolika”, ni más ni menos que el lugar por donde pasó el bisturí de Hermann Tilke para diseñar el nuevo circuito. La curva “Mercedes” privilegiado punto de vista para los dueños de casa, con una alta probabilidad de sobrepaso. Y la curva “Sachs”, un carrusel ideal para no olvidar la historia, agudizar las condiciones de manejo, y ofrecer al público una pasada más cercana y amistosa que de costumbre.

El calor de este fin de semana no tendrá lugar donde cobijarse entre la flora de la selva, por eso será el condimento asfixiante y demoledor que ya en Austria dejó severas heridas para los candidatos de siempre. Claro, salvo que Mercedes, ante su aniversario motor 125, como de costumbre, saque el genio de la lámpara.

 

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