'Ferrari y el trauma del segundo piloto', por Adrián Puente
Ferrari no puede ni debe, trabarse en el debate interno tras los recientes roces estratégicos con Sebastian Vettel y Charles Leclerc, escribe Adrián Puente.
Foto de: Mark Sutton / Motorsport Images
El trabajo de equipo, las órdenes de preferencia, el trauma del segundo piloto , dilemas tan viejos como la Fórmula 1, pero nunca resueltos. Estructuras siempre problemáticas, desde tiempos inmemoriales. El piloto "uno" que nunca resigna a serlo. El piloto "dos" con pretensiones.
La F1 actual tiene dos modelos de gestión que representan estos paradigmas. El modelo Mercedes, y el modelo Ferrari. Modo Bottas o modo Leclerc. Lo peor que puede pasarle a la verticalidad original es que quien fue contratado como complemento, logre poles, gane carreras y además, potenciado por esas circunstancias, hable y pida su lugar. Allí se para Leclerc, no Bottas.
Pero peor que las pretensiones competitivas, está la manera de gestionarlo. Mercedes contrató al finlandés bajo la condición de trabajar para Hamilton. Ferrari también, pero Vettel dejó porosidades por todos lados, y allí avanzó el monegasco. Leclerc terminó siendo la salvación para la sequía de Ferrari. La reacción del alemán llegó tarde, pero la victoria de Singapur fue suficiente para liberar todos sus demonios e imponerlos en Sochi.
Los italianos volvieron a verticalizar al revés. Si bien la estrategia de largada fue magnífica, volvieron a dejar zonas grises para el resto de la carrera. Tan incompleta fue la estrategia roja, que lo mejor que le pudo pasar a Ferrari, fue la falla eléctrica en el auto de Sebastian.
Bélgica e Italia posicionaron a Leclerc. Ferrari parecía, al menos por default, solucionar cuestiones estratégicas para el resto del año, pero increíblemente, sólo a los hombres de Maranello, una victoria les representa un problema. Eso ocurrió en el Marina Bay.
Ahora entre sus dos pilotos hay 21 puntos de diferencia. Casi una carrera. Pero hasta Hamilton, existen más de un centenar de unidades de diferencia. Nada que les permita soñar responsablemente con el campeonato. Ferrari no puede ni debe, trabarse en el debate interno. Tampoco agitar falsas expectativas para lo que resta del año. Debe fomentar reglas claras para dos pilotos que están llamados a convivir más de lo esperado.
A partir de allí, no perder la chance de acelerar el desarrollo para 2020 y si puede, no dejar de ganar carreras, independientemente de la construcción de Hamilton. Esta última opción, en lo inmediato, es el único recurso viable para respetar la pasión histórica de sus fans, y empezar a tejer lentamente, la experiencia que no tiene desde el título de Raikkonen en 2007.
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