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Análisis

Análisis: Por qué el tope presupuestario es la respuesta para la F1

La libertad tecnológica con un presupuesto más pequeño es la solución perfecta para la Fórmula 1, asegura Kate Walker.

Carlos Sainz Jr., Scuderia Toro Rosso STR10

Carlos Sainz Jr., Scuderia Toro Rosso STR10

XPB Images

Nico Rosberg, Mercedes AMG F1 W06 - alerón delantero
Kimi Raikkonen, de Ferrari SF15-T  flujo  en el alerón trasero
Alerón delantero Mercedes AMG F1 W06
Red Bull Racing RB11 front wing
Daniil Kvyat, Red Bull Racing RB11 - alerón delantero
Marcus Ericsson, Sauber C34
Daniel Ricciardo, Red Bull Racing RB11
Lewis Hamilton, Mercedes AMG F1 Team
Felipe Nasr, Sauber F1 Team
Sebastian Vettel, Ferrari SF15-T al inicio de la carrera

El concepto del ADN de la Fórmula 1 se encuentra confundido, dado que la categoría ha sufrido numerosos cambios desde sus inicios.

Pero el sentido de la F1 de tener una intachable esencia es algo que muchos mantienen en alto.

Cada vez que los autos cliente salen a discusión como una manera de ahorrar costos, se nos dice que el concepto viola el ADN de la categoría, a pesar del hecho de que tanto Ferrari como Williams comenzaron, de hecho, corriendo autos cliente.

La Scuderia se convirtió en constructor para el momento en que comenzó el Campeonato Mundial en 1950, pero eso una nimiedad.

Las recientes conversaciones sobre permitir dos motores corriendo en competición directa entre sí utilizaron un histórico precedente como justificativo: tener motores turbos contra motores normalmente aspirados sucedió antes, ¿por qué no hacerlo nuevamente?

Pero como la F1 ha revoloteado entre regulaciones técnicas, fórmulas de motores y para adelante y atrás entre guerras de proveedores y proveedores únicos, lo que nuca tambaleó fue el objetivo de encontrar esa solución ingeniosa que llevaría a una ventaja en la performance.

Si algo puede decirse de la esencia de la F1, es la persecución de la performance en busca de la victoria.

En los "buenos tiempos", cuando un equipo de F1 empleaba a media docena de personas incluyendo los pilotos, los presupuestos eran pequeños y las posibilidades tecnológicas eran vastas.

La necesidad demandaba invención, y con menos dinero en lo que un equipo gasta actualmente en botellas de agua, las escuderías de la F1 daban grandes pasos en los por entonces nacientes, ahora dominantes, campos de la aerodinámica y la cosecha de datos.

Donde la aerodinámica y la información nos han llevado a un callejón muy estrecho. La aplicación de la ciencia al deporte motor ha estado ligada a la seguridad y la confiabilidad, pero también a una sentencia de muerte a la creatividad.

Cuando la información lleva a una solución óptima, pronto nos encontramos con una grilla con autos casi idénticos y equipos buscando puntos de diferencia en las pequeñeces.

Cuando esas ideas poco convencionales pero eficientes suceden –el doble difusor de Brawn, el duct F de McLaren, la extrema manipulación de los gases de los escapes de Red Bull- es solamente cuestión de tiempo para que el resto de la grilla haya copiado de la mejor forma posible dentro de lo que sus presupuestos permiten.

Cuanto más los autos se vuelven una masa de fibra de carbono y alerones detallados, menos interesante se vuelven para el observador casual, y más dependientes se vuelven del DRS para permitir la clase de superaciones que sucedían en otros tiempos.

No podemos eliminar de la memoria lo que ya fue aprendido, pero al adoptar el tope de presupuesto que propuso Max Mosley en 2009 y fue traído nuevamente a la luz esta semana, podemos fomentar un ambiente de ingenuidad permitiendo a los equipos obedientes una regulación de la infraestructura más suelta para trabajar.

"Puedo imaginar que pronto todos los equipos estarán del lado del tope de presupuesto", le dijo Mosley esta semana a la publicación alemana Auto Motor und Sport. "Van a darse cuenta que por $100 millones tendrán una gran categoría y autos técnicamente avanzados".

Presupuestos restringidos mientras se les da libertad a los diseñadores aerodinámicos y mecánicos lleva a una situación donde los equipos tendrán que intentar nuevas ideas para maximizar su dinero –los túneles de viento y los programas de diseño no son baratos.

El resultado de una libertad tecnológica con un presupuesto menor debería dejar a una categoría poblada de equipos tomando una variedad de enfoques en sus diseños.

Si este segundo intento de un tope voluntario de presupuestos da frutos, podría ser la inyección de energía por la que la F1 ha estado pidiendo a gritos.

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