¡Cómo no te voy a querer!
Nuestro columnista Albert Fábrega nos ofrece su visión sobre el GP de China en el que, tras mucha actividad política, los pilotos volvieron a ser los protagonistas.
XPB Images
No fue ni la FIA, ni la FOM, ni la Comisión F1, ni el grupo de estrategia, ni la carta de la GPDA, ni un nuevo formato de clasificación sacado de la chistera...Fueron los pilotos. Sí, los pilotos. La espectacular carrera que vivimos este domingo en Shanghai se la debemos a ellos y a nadie más. Seguramente coincidieron muchos factores que ayudaron a que el entretenimiento fuera total y global, sin duda, pero no por ello hay que descafeinar lo que fue un espectáculo de primer nivel.
Y eso que los peores presagios afloraban el sábado cuando equipos y dirección de carrera se levantaron con ganas de estropearlo: Los primeros no rodando para “ahorrar” ruedas en la FP3 y los segundos pasando la fregona en plena recta para evitar salidas de pista. Habría mucho que hablar y discutir aquí, pero que vaya por delante, que no me gustó ni una ni la otra.
"La espectacular carrera que vivimos este domingo se la debemos a los pilotos"
Pasados esos momentos en los que mi retorcida mente llegó a pensar que el parón en plena sesión cronometrada había sido una venganza por el plantón de los equipos a la nueva propuesta, la clasificación nos mantuvo pegados al sillón hasta el último suspiro e incluso ya con la bandera de cuadros bajada. La carrera no fue menos: un espectáculo de principio a fin. Acción y reacción.
Vencedores y vencidos. Sonrisas y lágrimas. Motorsport y más motorsport. Ciento cinco minutos en los que todos y cada uno de los 22 actores llegaron a ser protagonistas, todos. Un despliegue brutal de estrategias, luchas, toques, pilotaje y adelantamientos que me hicieron recordar el motivo por el cual un día me enamoré de este deporte.
"Un despliege brutal de estrategias, luchas, toques, pilotaje y adelantamientos"
Fue un fin de semana en que no hubo reuniones de crisis, ni votos por fax, ni declaraciones cargadas de dinamita, ni nuevas y alocadas propuestas. Se habló solo de carreras y, sobretodo, solo en la pista. Hombres, máquinas y asfalto. Qué poco más hace falta ¿verdad?
Déjenme imaginar que antes de llegar a Sochi se habrá firmado el acuerdo con Pirelli, que antes de terminar abril los motoristas se habrán puesto de acuerdo para 2017, que solo habrá comentarios constructivos sobre el reglamento 2017, que las luchas de poder solo las veremos en las telenovelas, que la sensatez habrá vuelto a la gobernanza y que la lucha volverá a la pista.
Déjenme soñar, porque pese a que nunca la he dejado de querer, ahora necesito volverme a enamorar.
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