Siempre fue así dentro de un equipo de Fórmula 1. Son compañeros, rivales o enemigos; una de tres.
Si son compañeros, esa situación verticaliza la ayuda de uno para el otro, normalmente el más lento apoya al más rápido o al más fuerte dentro del team.
Cuando además de ser compañeros son rivales, es decir cuando están en un plano de igualdad por designio de los jefes y por condiciones de ambos pilotos, sus aspiraciones, sus objetivos son los mismos y seguro que puede haber momentos ásperos pero nada que no se pueda gestionar, aunque la tensión finalmente acabe con cualquier buena relación que pudiera existir. De todos modos en este punto todo se va dando gradualmente.
No obstante, la situación más compleja para gestionar entre dos pilotos es cuando son compañeros, rivales y a partir de un cúmulo de hechos, también pasan a ser enemigos.
Ahí se genera un punto peligroso porque se pierde de vista cualquier objetivo para el equipo y hasta las metas individuales dentro de lo deportivo, el único objetivo que motoriza la competencia es la de derrotar al enemigo.
Cuando se alcanza esa escala de fricción normalmente no hay vuelta atrás. Se fue de las manos a los directivos, se escapó del propio control de los pilotos, que una vez dentro del habitáculo solo piensan en ser veloces, en aplastar a cualquier oponente y más si ese oponente tiene sus mismos medios.
Cuando se intenta poner un freno, normalmente quedan heridas abiertas y se da lugar a una guerra fría que hace casi irrespirable el aire donde ambos contendientes comparten un espacio y todo eso se traduce en un estrés adicional al que ya de por si tienen las carreras.
Hasta aquí no hemos nombrado a nadie en particular pero si revisamos la historia encontraremos muchos casos que aplican a estos hechos.
Recientemente la batalla entre Checo Perez y Esteban Ocon en Force Indiaz desató este análisis tras los encontronazos que sostuvieron en pista y que siguieron en las declaraciones, hasta que trataron de bajarle el tono al asunto.
Historias de buenos compañeros y rivales al límite hay muchas, pero aquellas duplas que luego terminaron enemigas hicieron tanto ruido que aún retumban.
Gilles Villeneuve y Didier Pironi en Ferrari, Ayrton Senna y Alain Prost en McLaren, acaso la competencia entre compañeros, rivales y enemigos más recordada por todos. Más acá en el tiempo y también en McLaren, con Fernando Alonso y Lewis Hamilton. En todos los casos hay una puja de status, de querer ganar un lugar, de golpear fuerte sobre la mesa y de derrotar mentalmente a tu compañero.
En la mayoría de estos casos se dio la historia del consagrado o del más antiguo en el equipo, desafiado por el recién llegado, ya sea a la categoría o al team.
Esa suele ser la ecuación más explosiva y peor aún cuando ambos creen tener el potencial para poder ganar y se les otorga la libertad de dirimirlo en la pista. Esa libertad de lucha es lo que corre todos los límites porque los pilotos no están hechos para acatar ninguna otra orden, que no sea la de su propia mente que le dice: "debes ganar".
Volviendo al caso Force India, alguien deberá calmar a los pilotos pero pase lo que pase, tanto Pérez como Ocon tienen sus ambiciones bien altas y difícilmente puedan seguir conviviendo a futuro en un mismo ámbito, mas temprano que tarde alguno deberá buscar otros aires.
Mauricio Gallardo
@damonrelator
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