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La caída de los gigantes parte I: McLaren

Fernando Tornello comienza una serie de historias sobre aquellos equipos que han marcado la historia de la Fórmula 1, pero que tarde o temprano tropiezan en la competición.

Tyler Alexander y Bruce McLaren

Tras nueve vueltas y por una pérdida de aceite, Bruce McLaren tuvo que abandonar el GP de Mónaco de 1966. Era el debut de su marca en F1, en épocas de limitado y poco desarrollado profesionalismo.

Lo que nunca imaginó el neocelandés creador de la escudería fue el crecimiento que iba a tener como equipo, que lo llevaría a disputar con Ferrari y otros grandes la primacía en F1.

Aquellos primeros años fueron duros. En Mónaco había debutado con un motor Ford V8 3.0, pero para la carrera siguiente, el GP de Gran Bretaña colocó un Sereníssima V8 3.0. El experimento no funcionó y volvió al anterior para el resto de 1966. Para 1967 eligió un BRM 2.0 V8, que a partir del GP de Canadá cambió por un BRM V12 3.0 que mantuvo hasta fin de año, sin grandes resultados.

El primer triunfo recién llegó en 1968, en Bélgica, con el propio Bruce al volante. Para ese año se sumaron al equipo Denny Hulme, campeón mundial del ’67, y para la última parte de la temporada, el sueco Joachim Bonnier, con un modelo de chasis anterior.

Además del triunfo del dueño, Hulme agregó victorias en Italia y Canadá.

Los 30 primeros triunfos de McLaren fueron conseguidos con un motor Ford Cosworth DFV 3.0 V8, hasta el de John Watson en el GP de Long Beach ’83, en el que el irlandés largó 22º y ganó, lo que ha quedado como record para la marca. En el medio hubo victorias resonantes, como las de Emerson Fittipaldi y James Hunt en los campeonatos ’74 y ’76, bajo el mando de Teddy Mayer.

El equipo crecía rápidamente. Lauda y Prost arrasaron con la temporada ’84, con el MP4-2 impulsado por un motor TAG 1.5 V6T, con el que ganaron doce carreras entre ambos. Lauda fue campeón por medio punto de ventaja, la diferencia más pequeña de la historia de F1.

La gloria se había acomodado en el equipo que ya dirigía Ron Dennis. Prost ganaba los títulos del ´85 y ’86, pronto llegaba el motor Honda, primero un Turbo 1.5 V6 y desde 1989 el 3.5 V10. Era la inolvidable etapa de Senna-Prost en el equipo. Como resultado, 44 victorias con Honda y los títulos de 1988 a 1991 consecutivos, tres de Senna, uno de Prost.

En 1992 comenzaría una curva descendente que no sería la peor. Mansell y Williams dominaban la escena con un auto casi imbatible, el FW14B. Honda se retiró y, en 1993, McLaren tuvo que aceptar un viejo Ford HB 3.5 V8, step 5, cuando Benetton disponía del step 7, un desarrollo mucho más avanzado. El talento de Ayrton Senna salvó el año, con 5 triunfos, conseguidos en los callejeros y en los días de lluvia. Sólo Ayrton podía ganar con ese auto. Prost se llevó el título con el contundente FW15C de Williams.

A partir de ese momento, cuando Senna se fue a Williams, McLaren estuvo tres años sin ganar en F1. Pero se recuperó y logró 78 victorias más, con Hakkinen, Coulthard, Raikkonen, Montoya, Alonso, Hamilton, Button y Kovalainen.

El declive más importante comenzó cuando Mercedes, que proveía los motores a Ron Dennis, desarrolló su propio equipo, a partir de 2012, año en que Button consiguió el último triunfo para McLaren. Mercedes dejó de darle sus motores a fin de 2014 y McLaren recurrió a una vieja sociedad ganadora con Honda.

Esta historia es más reciente y todos saben lo que pasó. Honda comenzó con poca potencia y fiabilidad en sus plantas motrices y McLaren navegó por el fondo de las posiciones en 2015, su peor temporada en F1. Se recuperó algo en 2016, aunque es una utopía entrar entre los cinco primeros.

La esperanza de McLaren está depositada en los cambios reglamentarios y los nuevos autos que habrá que construir para 2017. Todos deseamos que vuelva a la punta, es un grande y tiene talento al volante. Alonso precisa solamente un auto veloz y confiable. El resto del trabajo lo hará el asturiano. La victoria #183 espera desde hace cuatro años.

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