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Los perdones de los Dioses, por Albert Fábrega

Nuestro columnista experto en F1, Albert Fábrega, se muestra disgustado con cosas que está viendo en la F1 y especialmente con el comportamiento del tetracampeón del mundo, Sebastian Vettel.

Sebastian Vettel, Ferrari celebra su tercer puesto en el podio

Sebastian Vettel, Ferrari celebra su tercer puesto en el podio

XPB Images

Sebastian Vettel, Ferrari SF16-H
Sebastian Vettel, Ferrari en la parrilla
Charlie Whiting, FIA
Jean Todt, presidente de la FIA
Charlie Whiting y Bernie Ecclestone en el paddock
Sebastian Vettel, Ferrari en la parrilla
Sebastian Vettel, Ferrari SF16-H
Sebastian Vettel, Ferrari SF16-H hace una pit stop
Max Verstappen, Red Bull Racing RB12, Daniel Ricciardo, Red Bull Racing RB12, Sebastian Vettel, Ferr
Max Verstappen, Red Bull Racing RB12 y Sebastian Vettel, Ferrari SF16-H

La lista de improperios, insultos y gestos de desprecio que hemos visto esta temporada han llegado a un punto en que van más allá de lo aceptable. Y lo de Vettel es la gota que colma el vaso. No voy a entrar a debatir si la acción de Verstappen merecía una sanción inmediata que hubiera permitido al de Ferrari deshacerse del acoso de Ricciardo, no. La acción estaba bajo investigación y por tanto, Red Bull y Verstappen actuaron en consecuencia y jugaron sus cartas en pro de sus intereses.

Lo que no me parece consecuente fueron los mensajes explícitamente dirigidos a Charlie Whiting del de Ferrari. Sin segundas, directos, con nombres y apellidos. No me valen los atenuantes que señalan presión, velocidad y tensión a la que están sometidos los pilotos como exculpatorios. El peligro no solo está en la pista, va mucho más allá.

"La F1 está perdiendo el respeto por sí misma y llegó el momento de actuar"

Cómo deportistas de élite y personajes públicos que son, los pilotos de F1 se han convertido en espejos donde intentan reflejarse gran cantidad de jóvenes –y no tan jóvenes– que escogen el automovilismo como una meta en su carrera de deportistas o técnicos. No olvidemos que estamos hablando de una disciplina que, por su nivel de exigencia, termina convirtiéndose en una manera de ser y vivir. Además, las plataformas mediáticas convierten la Fórmula 1 en un acontecimiento de repercusión mundial que llega a millones de espectadores bajo la vitola de ser la máxima expresión del automovilismo de competición. La crème de la crème, vaya.

Pues bien, la F1 está perdiendo el respeto por sí misma y llegó el momento de actuar, aunque me temo que ya sea tarde. Y es que esta temporada hemos vivido escenas que la F1 no merece. Peinetas, gritos, insultos y descalificaciones que son más propias de las incorporaciones de la M30 o de la Ronda de Dalt que de un Circuito de Fórmula 1. Incluso me atrevería a decir que alguno habrá echado de menos las luces de carretera tipo Le Mans e incluso alguna bocina.

En otros deportes –léase futbol– las Federaciones llevan muchos años intentando erradicar los insultos, agresiones y acciones de desprecio hacia los rivales y el estamento arbitral. Han caído muchas sanciones, suspensiones y reprimendas antes de que el propio deporte haya sido capaz de trazar una línea que separe la rivalidad del respeto, la competencia de la humillación y el deporte de la sinrazón. Campañas y más campañas que se resumen en una palabra: #respect.

"Entrar cabizbajo al despacho de Whiting y enviar una carta a la FIA no pueden ser suficientes, el arrepentimiento y las disculpas deberían de ser públicas"

Pues la F1 es diferente. Después de todo el polvo levantado no ha habido sanción: disculpas y aviso a navegantes. Craso error. Como en aquella decisión en la clasificación de Hungría, el mensaje que se lanza es temerario. Y tengan por seguro que en un futuro alguien pagará las consecuencias de esta impasibilidad. El pulso que ayer tembló en la FIA, algún día se convertirá en mano de hierro.

Entrar cabizbajo al despacho de Whiting y enviar una carta a la FIA no pueden ser suficientes. Ser cuatro veces Campeón del Mundo te obliga a esto y más. Pública fue su agresión y público debería ser su arrepentimiento. Y es que en esta vida, los únicos que no deben pedir perdón son los dioses, porqué aunque algunos no lo crean, todos los pilotos siguen siendo humanos.

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