Mil sueños y una pasión
Muchas veces pensé en qué me faltaba desde mi posición de periodista y testigo de esta gran historia. Siempre me respondí que nada. La vida no me debe nada en cuanto a esta pasión que comparto con todos ustedes.
Foto de: Steven Tee / Motorsport Images
He leído y escuchado mil historias sobre la Fórmula 1, la única que despierta esa pasión que todo lo puede, hasta soportar algunas carreras que poco entregan o estar preparados para verlas en horarios inauditos.
Imagino que en sus comienzos, allá por los años '50, había que esperar hasta el día siguiente para conocer detalles de cada GP, salvo que alguna transmisión de radio acercara noticias rápidas.
Aquella fue una época de grandes campeones y hazañas increíbles. Fangio, Ascari, Moss y otros valientes escribieron las páginas iniciales del libro de oro de F1. También Froilán González y la primera victoria de la marca emblema de la categoría. Ferrari pudo vencer con el piloto argentino igual que Mercedes por primera vez lo consiguió con Fangio. Los caminos de las dos marcas dominantes en la actualidad se bifurcaron al terminar 1955 para reencontrarse con mucha fuerza en la década actual.
En medio de esa separación pasó de todo. Los motores dejaron de estar adelante para pasar a la parte trasera del coche, en los ´60 aparecieron las alas que iban a crecer y achicarse de acuerdo a las tendencias de cada momento, llegaron las polleritas en los ´70, los chasis de aluminio y acero se transformaron en acorazados de fibra de carbono al comienzo de los ´80, se trabajó y se hizo trampa con suspensiones hidroneumáticas, los motores turbo trajeron potencias de hasta 1.000 cv y un poco más, los neumáticos implantaron una guerra de altos costos hasta que se decidió contratar a una sola compañía para no competir, la aerodinámica se transformó en factor clave y los programas de computación pretendieron reemplazar el talento de los ingenieros pero el hombre y su mente fueron más fuertes, aparecieron trucos de toda índole, amparados por reglamentos que dejaron espacios para ellos, como el doble difusor, los escapes soplados y tantos más, como algún control de tracción que la FIA no podía descubrir.
Y así se fue gestando la gran historia de Fórmula 1. Claro, con el aporte indispensable de tres factores que nunca faltaron: grandes pilotos, autos super evolucionados y circuitos mágicos que incrementaron la pasión y el mito de muchos involucrados.
A los grandes campeones de los '50 se sumaron otros como Clark, Brabham y Graham Hill en los '60, en los que también creció Stewart para iluminar los comienzos de los '70 con Rindt, Fittipaldi, Peterson, Ickx, hasta que se sumaron Lauda, Hunt, Reutemann, Andretti, Gilles Villeneuve y muchos más en aquella década gloriosa, en la que muchos ganaban en cada temporada y los resultados eran impredecibles.
Los '90 trajeron a otro genio, Michael Schumacher, que se midió contra Damon Hill y Hakkinen, para establecer una supremacía incontrastable en su momento.
Schumacher brilló más aun en los comienzos del nuevo milenio, hasta que apareció el recambio en los nombres de Alonso, Raikkonen, Button y, más adelante, con Hamilton y Vettel, que se iban a terminar de consagrar en la década actual.
Pero la línea del tiempo no se detiene y ya tenemos en pista a la generación que brillará en los años '20, encabezada por Verstappen y Leclerc, a los que se sumarán Gasly, Norris, Russell y hasta Ocon, cuando consiga una butaca para volver a la categoría.
Recorrer estos setenta años de Fórmula 1 es fascinante. Nunca faltaron grandes campeones ni grandes autos, afortunadamente sobreviven circuitos como Spa, Silverstone, Suzuka, Monza, Interlagos y hasta la magia de Mónaco.
Muchas veces pensé en qué me faltaba desde mi posición de periodista y testigo de esta gran historia. Siempre me respondí que nada. La vida no me debe nada en cuanto a esta pasión que comparto con todos ustedes.
Desde Jackie Stewart para acá los vi a todos, desde aquel Tyrrell que tanto me gustaba no me perdí ningún auto, mientras que los circuitos que más me gustan todavía siguen en el calendario.
¡Querida Fórmula 1, felicidades, vamos por las siguientes mil carreras!
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