En la intimidad familiar, el entierro del motor Renault en la F1
Ya no habrá motor Renault en la F1. El domingo en Abu Dhabi, fue la última carrera de una unidad de potencia concebida en Viry-Châtillon. Un final cargado de emoción pero también limitado al círculo de los principales implicados, sin mucha clase.
Ni flores ni coronas. Solo un adhesivo que decía "Merci Viry" en los flancos de un monoplaza apenas visto durante el fin de semana, ya que su nivel de rendimiento estuvo por los suelos. Y palabras, repetidas esencialmente por Pierre Gasly durante sus sucesivas conferencias de prensa, y dirigidas ante todo a los ingenieros.
"Ha sido un fin de semana muy emotivo para todos en el garaje", aseguró el piloto francés el domingo por la noche. "Ayer hicimos una foto de despedida con todos los muchachos. Se ven lágrimas en sus ojos. Simplemente se ve lo que significaba para todos esos muchachos. En mi caso, les agradecí durante la vuelta de regreso (al terminar la carrera)".
"Ha sido un inmenso placer trabajar con todos ellos. Cada individuo, ya fuera del lado de la ingeniería o del lado de los mecánicos, me han apoyado muchísimo, han estado detrás de mí durante estos tres años. Un inmenso gracias a todos ellos. Estoy seguro de que volveremos a ver algunas de esas caras en el paddock".
No se puede hablar de indiferencia absoluta, pero tampoco estamos muy lejos. Lo demuestra también el tradicional comunicado de prensa del domingo por la noche, donde Flavio Briatore no menciona absolutamente nada. Así es como el motor Renault exhaló su último suspiro en un Gran Premio, el domingo en Abu Dhabi, casi en soledad.
Luca de Meo no estuvo allí para ver esto: un año después de haber clavado el último clavo en el ataúd de los cerebros de Viry-Châtillon, el italiano dejó el barco del Rombo para dirigir una empresa en la industria del lujo. Sin embargo, fue él quien, tras hacer volver a Flavio Briatore a bordo, validó el paso a una motorización cliente que dio lugar a un sorprendente tándem Alpine-Mercedes en 2026. Aunque, puede concedérsele, no mucho más original que las alianzas Aston Martin-Honda o Cadillac-Ferrari.
Aun así, deportivamente, es por la puerta más pequeña que el know-how de Renault F1 en materia de motores abandona la categoría reina. El décimo y último puesto en el campeonato del equipo de Enstone tiene tintes de agonía. El entierro, por su parte, tuvo lugar en secreto, en la intimidad familiar.
Un éxito enorme
La epopeya de 2005-2006 sigue siendo la cima absoluta de Renault en la F1.
Photo by: Mark Capilitan
Desde su llegada a finales de los años 70, y salvo su primera temporada en 1978, nunca un motor Renault había registrado resultados tan malos. Al contrario, esta historia de casi medio siglo condujo a innumerables victorias (169, lo que lo convierte en el cuarto motorista más victorioso hasta la fecha) y una avalancha de títulos (12 de constructores, 11 de pilotos).
Sobre todo, la orfebrería de Viry-Châtillon siempre brilló pese a las diferentes formas de colaboración, ya fuera aliándose con escuderías brillantes como Williams, Benetton y luego Red Bull, o por sus propios medios con el apogeo del equipo de fábrica a principios de los años 2000. Paradójicamente, Flavio Briatore lo habrá hecho todo: títulos con Benetton-Renault y luego Renault a secas… hasta la decisión de darle la espalda a la historia para apostar por Mercedes en tiempos de la reglamentación 2026.
En medio siglo de presencia, casi sin interrupciones porque existió el paréntesis 1998-2000 con actividad de subcontratación vía Mecachrome/Supertec/Playlife, el motor Renault tomó la salida de 771 Grandes Premios: es casi el 70% de todas las salidas desde 1950. A ello se podrían sumar las 213 pole positions y los 465 podios, y toda una letanía de cifras más impresionantes aún. El brillante pasado de los motores con el Rombo pertenece a la historia y jamás podrá ser borrado.
Más allá de los grandes debates sobre si tiene o no sentido optar por el motor cliente Mercedes —a quien el futuro podría darle completamente la razón, quién sabe—, uno hubiese deseado una despedida a la altura de semejante historial. No hubo mucha gente que se apresurara a pronunciar la oración fúnebre, en un paddock que, es cierto, siempre está bajo una gran influencia británica. Hasta que Alain Prost, como profesor ejemplar, lo hiciera por propia iniciativa, con su corazón, al micrófono de Canal+ el domingo por la noche.
Dirigiendo "un pensamiento" al personal de Viry-Châtillon, quien logró 16 de sus 51 victorias con un motor Renault a sus espaldas insistió luego: "En mi voz, es importante, porque son prácticamente 50 años de Fórmula 1. Este final pasó un poco desapercibido de todos modos".
"No hay que olvidar que el legado y la transmisión son importantes. Como se ha convertido en un deporte un poco más orientado al marketing, y los aficionados de hoy no son los mismos que los de ayer, no quisiera que se olvidara todo lo que se ha hecho, porque si estamos aquí, también es gracias a eso y gracias a ellos".
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