"Ni los pilotos se ponen de acuerdo con las sanciones", dice Ezpeleta

El campeonato todavía no se ha recuperado de la pérdida de Jason Dupasquier, el joven piloto suizo del equipo Prüstel que falleció como consecuencia de las heridas sufridas en una caída durante el transcurso del último Gran Premio de Italia.

A pesar de que el accidente de Dupasquier no fue para nada fruto de ninguna acción deliberada, sino más bien del infortunio –se quedó tendido en medio de la pista, completamente expuesto a los pilotos que llegaban por detrás y no pudieron evitarlo–, la tragedia volvió a poner el foco sobre Moto3, la categoría que concentra el mayor número de motos en pista. Esa circunstancia y la juventud de los corredores que coinciden allí provoca que se vean maniobras al límite, y muchas de ellas más allá de él.

Poco a poco, los comisarios han ido endureciendo sus penalizaciones, pero las alarmas volvieron a saltar, y esta vez más que nunca, durante el Gran Premio de Catalunya. En la última vuelta, nadie del poblado grupo delantero quería situarse en cabeza, por la certeza de sufrir las consecuencias del rebufo y ser superado por los perseguidores. Por ello, varios de los corredores agrupados al frente del pelotón cortaron gas de forma deliberada, en una acción que puso en serio peligro a muchos pilotos. Para Ezpeleta, al igual que para la mayoría, ese tipo de maniobras merecen una sanción ejemplar. Desde su posición, el máximo ejecutivo de Dorna, promotor del certamen, se muestra taxativo e invita a los comisarios a ser más inflexibles.

“Si los pilotos de Moto3 siguen así, habrá muchos que no correrán alguna carrera. Hay maniobras que son deliberadas, como en el fútbol, por ejemplo, agarrar a un jugador de la camiseta”, compara Ezpeleta, que, de cualquier forma, cree que esas maniobras no son espontáneas, sino meditadas. “Desde la carrera de Montmeló ya se está sancionando más a los pilotos, y aún se sancionará más. Lo que ocurrió en aquella última vuelta en el Circuit es culpa de los jefes de equipo”, añade el catalán.

Ezpeleta asiste cada viernes a la reunión de la Comisión de Seguridad en la que los pilotos, sobre todo los de MotoGP, debaten acerca de qué aspectos se pueden mejorar y qué comportamientos deben prohibirse. Para el ejecutivo, lo que ocurre en esos encuentros refleja la dificultad con la que se encuentran los comisarios cuando deben imponer una sanción.

“Ser árbitro es muy difícil. Todos los árbitros se pueden equivocar. Nosotros tenemos una relación muy estrecha con los pilotos y les preguntamos mucho. Y ni siquiera ellos se ponen de acuerdo con las sanciones, de modo que alguien tiene que marcar la línea. Lo ideal es que se aplique siempre la misma sanción para la misma pena, pero ni siquiera eso es fácil porque cada circunstancia es distinta”, cierra Ezpeleta.