La misa, la Catedral

En mayo, circundando el día en que Estados Unidos recuerda a sus caídos en campos de batalla, las 500 Millas de Indianápolis resaltan en la agenda automovilística. Durante el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1 jamás hay actividad en pista los viernes. Junio, salvo tres excepciones en 90 años, es el mes de las 24 Horas de Le Mans. Y el último sábado de junio era el día de Assen, el clásico del motociclismo de velocidad. Esas tradiciones, perennes durante décadas, han contribuido a agrandar la leyenda de carreras emblemáticas y en algunos casos fueron incorporadas a la paleta de matices ofrecida como espectáculo. Para ello, la tradición debe encajar en el molde del show. Y los sábados del Gran Premio de Holanda resultaron disruptivos para el patrón establecido.

La única carrera con nombre propio y presencia inalterable en la historia del Campeonato Mundial cambia de día después de 90 años. Assen TT, por tourist trophy, como se llama el Gran Premio holandés, fue mudado al último domingo de junio cediendo al afán de acoplarla al resto del programa y en la búsqueda de aumentar el rédito que deja. La iniciativa fue muy bien recibida por los manejadores del Mundial, especialmente la compañía Dorna, tenedora de los derechos comerciales desde hace un cuarto de siglo.

El primer tourist trophy holandés fue en 1925 pero no en Assen. El epicentro fue Rolde, un poblado ubicado siete kilómetros al este de la capital de la provincia de Drente. La competencia, como era habitual en la época, se llevó a cabo en los caminos públicos de los alrededores, cerrados para la ocasión, y la línea de meta estaba cerca de la iglesia. Como las autoridades locales quisieron evitar las quejas del párroco y de los feligreses que pretendieran acudir a misa de domingo y encontraran cerradas las calles, se decidió que la competencia se desarrollara el sábado. La determinación resultó exitosa y la tradición siguió a la carrera cuando se mudó a Assen e incluso fue mantenida una vez que el Gran Premio quedó circunscripto al autódromo.

"Durante las décadas del 70 y 80 tuvimos un montón de espectadores de Escandinavia y el norte de Alemania. En esa época organizábamos la llamada ´Semana de la Velocidad´, que incluía el campeonato europeo durante lunes y martes, y luego el Gran Premio. Muchos espectadores permanecían toda la semana acampando y se iban el domingo. Tenían todo ese día para regresar a sus casas y estar listos para volver a trabajar desde el lunes", contó Egbert Braakman, quien durante 36 años -desde 1970 hasta 2006- se desempeñó como secretario de la carrera en Assen.

La "Semana de la Velocidad" ya no existe y los intereses de los asistentes perdieron lugar en la lista de prioridades. El negocio global requiere carreras los domingos, como el resto del calendario armado para no competir en cobertura mediática con Fórmula 1 u otros acontecimientos deportivos relevantes, con la largada de MotoGP sincronizada a las 14 tal como el resto de las 11 fechas en Europa. Cualquier corrimiento del modelo imperante repercute en la logística y costos de organización de las competencias.

Al cortar con la tradición impuesta por la iglesia de Rolde, la Catedral de Assen espera un aumento de hasta el 10% en la concurrencia durante los próximos años. Según las cifras difundidas por Dorna, de jueves a sábado en 2015 hubo 142.150 personas. A pesar de su popularidad entre pilotos e hinchas, la cita holandesa no es la más convocante del calendario: el Gran Premio de España en la andaluza Jerez de la Frontera y hasta la visita a Brno en República Checa suelen albergar mayor cantidad de público. La modificación del programa, se cree, atraerá más público principalmente en los dos primeros días de actividad. Buena parte de los fanáticos, arguyeron los organizadores holandeses, también estaba a favor de que la carrera fuese en domingo -principal día dedicado al esparcimiento según los estudios de mercado- como la mayoría de los grandes sucesos deportivos.

Los holandeses encaran paralelamente un plan de reformas en el que invertirán unos 12 millones de euros para dotar al predio con mejores comodidades y más tribunas, y áreas de entretenimiento que, como en otros Grandes Premios del almanaque, sirvan de complemento a lo que ocurra en pista. Assen, cuyo contrato vigente para recibir al Mundial vence en 2021, busca renovar por otros cinco años para asegurar su continuidad al menos hasta 2026, cuando se cumplan 101 años del primer tourist trophy, aquella carrera que pasaba frente a la iglesia, turbaba la misa de domingo e inició una tradición.