Lorenzo: “En fútbol, esto es tarjeta roja y un partido de sanción”

Montmeló (Barcelona). El hasta hoy líder del mundial, Jorge Lorenzo, sumó su segundo cero de la temporada, y esta vez el fallo no fue suyo como en Argentina, sino que fue víctima de la fogosidad de Andrea Iannone, que se lo llevó por delante en la 17ª vuelta de la carrera.

“En fútbol, un deporte mucho menos peligroso que el nuestro, una acción como esta se sanciona con tarjeta roja y, como mínimo, un partido sin jugar”, escenificó el de Yamaha.

“Esto le puede pasar a cualquiera, un error, un fallo. Como le sucedió a Pedrosa en Austin. El problema es que con Iannone no es la primera vez"

El historial de acciones al límite del piloto italiano de Ducati es amplio, la mayoría con idéntico final, una caída. Así pasó, por ejemplo, este mismo año en Qatar, cuando Iannone peleaba con su compañero de equipo por el segundo puesto y protagonizó un par de acciones al límite hasta que acabó en el suelo cuando optaba al podio.

“Esto le puede pasar a cualquiera, un error, un fallo. Como le sucedió a Pedrosa en Austin. El problema es que con Iannone no es la primera vez, ya le pasó en Argentina este mismo año” dijo Lorenzo.

“Creo que el nuevo reglamento es laxo con las sanciones. Con este sistema, tienes que llevar a cabo cuatro acciones como esta para ser sancionado”

En Argentina, en la segunda carrera de la temporada, rodaba el tercero y detrás de Dovizioso, su compañero en Ducati. A falte de dos curvas para la bandera de cuadros le quiso adelantar de mala manera y se lo llevó puesto. Los dos podios de la marca italiana, a la basura.

“Creo que el nuevo reglamento es laxo con las sanciones. Con este sistema, tienes que llevar a cabo cuatro acciones como esta para ser sancionado”, explicó el #99. “Tras lo de Argentina fue avisado. Esta vez, la segunda, saldrá desde el final de la parrilla en Assen. Si lo vuelve a hacer, desde el pit lane… hasta la cuarta no recibirá una carrera de sanción”, argumentó el actual campeón.

Reincidente

No es la primera vez que Iannone se veía en una de estas. En el año 2009, en Misano y cuando corría en 125cc, circulaba el segundo en la última vuelta y tenía opciones de discutirle la victoria a Pol Espargaró. Le intentó pasar por el interior, sin hueco, sin opción, sin cabeza. Ambos acabaron en el suelo y Julito Simón se llevó la victoria.

Este domingo se volvió a precipitar. Le recortó un montón de tiempo a Lorenzo, tenía mejor ritmo que él y un montón de vueltas por delante para adelantarle, sobre todo en la recta. Pero lo intentó en la curva 10, una de las recortadas por el accidente de Salom y la peor de todas para hacerlo.

 “Pensaba que iba a pedirme disculpas, pero me preguntó si había tenido algún problema con la moto"

“Lo que más me molesta es que cuando nos hemos caído ha venido hacia mi”, explicaba Jorge. “Pensaba que iba a pedirme disculpas, que quizá no hubiera aceptado fácilmente porque estaba muy alterado en ese momento. Pero no, vino a preguntarme si había tenido algún problema con la moto, con el moto, si había frenado antes, intentando echarme la culpa. En Dirección de Carrera vimos la telemetría y no sólo no frené antes, sino que lo hice un poco más tarde que en la vuelta anterior. Tenía mucho mejor ritmo que yo, hubiera podido pasarme en cualquier otro sitio”, argumentó el de Yamaha.

Una vez más, Loenzo no dejó pasar la oportunidad de ponerse como ejemplo. “Los pilotos sólo aprendemos cuando nos castigan. A mi me sancionaron sin correr en 125cc, quiero pensar que fue a raíz de aquello que cambié mi mentalidad y me convertí en el piloto más seguro y responsable que soy ahora”.

Lorenzo quiso cerrar su comparecencia sin reconocer que “independientemente de lo que pasó, hubiera acabado la carrera quinto, sexto o incluso séptimo. No podía pilotar bien, tenía el neumático delantero completamente destrozado. Era una prueba de supervivencia para mí, para sacar unos cuantos puntos”, dijo el chico de Palma, que se fue de Barcelona con el segundo rosco de la temporada, una abrasión en el brazo izquierdo, un fuerte golpe en la cadera y un cabreo como una catedral. 

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