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'Trece milésimas', por Martín Urruty

El GP de Gran Bretaña no pudo haber tenido mejor redención luego del oprobio que atravesó un año antes cuando las carreras debieron ser canceladas, escribe Martín Urruty.

Ganador Alex Rins, Team Suzuki MotoGP, segundo Marc Márquez, Repsol Honda Team

Foto de: motosport.com

Un parpadeo dura unas 400 milésimas de segundo. El chasquido de los dedos, alrededor de 100. Cuando Usain Bolt corrió los 100 metros llanos en 9s58 y marcó el récord mundial aún vigente, una década atrás en el Mundial de Berlín, le ganó la carrera a Tyson Gay por 130 milésimas. Algo apenas perceptible, que sólo puede ser medido partiendo el segundo en mil partes. Trece de esas mil, sólo 13 milésimas, le dieron a Álex Rins la victoria sobre Marc Márquez luego de más de 40 minutos de competencia, 118 kilómetros de recorrido en los que hicieron unos 500 cambios de marchas y anduvieron a 330 km/h.

El Gran Premio de Gran Bretaña no pudo haber tenido mejor redención luego del oprobio que atravesó un año antes cuando las carreras debieron ser canceladas porque un reasfaltado de pésima factura no drenaba ni una gota de la lluvia pertinaz pero no copiosa que marcó aquel fin de semana. Con nuevo pavimento, las tres especialidades del Campeonato Mundial tuvieron esta vez definiciones cerradas, menos de medio segundo separaron a ganador de escolta. Entre ellas se destacó la de MotoGP, final propio de un thriller de Hollywood con dosis justas de dramatismo, acción y dos protagonistas a la altura del rol que les tocó.

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Rins, uno de los tres pilotos más jóvenes de la categoría reina, pertenece a la minoría que llegó a la élite sin haber sido campeón mundial. Fue subcampeón 2013 de Maverick Viñales en Moto3, al año siguiente volvió a pelear el título pero quedó detrás de Álex Márquez y Jack Miller, y saltó a Moto2. En su primer año en la cilindrada intermedia fue quien más se arrimó al inalcanzable campeón Johann Zarco y en la temporada siguiente quedó detrás de Zarco y Tom Lüthi. Esto no hizo mella en la confianza que le tenía Suzuki, que en 2017 lo promovió a MotoGP. El español logró este año su primer triunfo en la división mayor cuando aprovechó la caída de Márquez en Austin, único Gran Premio sin puntos para el campeón, y derrotó a Valentino Rossi en el Circuit of the Americas. La segunda victoria resultó más sabrosa porque derrotó al quíntuple campeón mano a mano.

La carrera de Rins podría haber terminado no bien comenzó. Un derrape suyo en la vuelta inicial, al salir de la curva Copse, la primera en el dibujo de Silverstone usado por MotoGP, derivó en el error de Fabio Quartararo que terminó propiciando la fortísima caída de Andrea Dovizioso. Rins fue el único que pudo salvar la rodada y seguir en pie. El francés, en cambio, cerró el gas porque pensó que el español se iría al piso delante suyo y la Yamaha se deslizó y lo eyectó en un latigazo. El pobre Dovi no tuvo cómo esquivar la moto de Quartararo, la embistió y en la durísima rodada se golpeó la cabeza.

Márquez y Rins no tardaron en escaparse dejando en claro lo insinuado en las pruebas: que tenían ritmo para dominar la carrera, algo que también había prometido Quartararo. Alejados de Rossi, tercero en la primera parte, construyeron una buena ventaja para cuando Viñales se acomodó tercero y empezó a recortar la diferencia. Cuando la Suzuki derrapó un par de vueltas antes de la bandera de cuadros y Rins miró hacia atrás buscando dónde estaba Viñales, pareció que se rendía. Sin embargo, poco después llegó otra vez encima del campeón y entonces quedó claro que tenía con qué atacarlo. La cuestión era saber dónde, ya que las rectas aparecían propicias para la aceleración y velocidad de la Honda y las curvas rápidas y encadenadas, ideales para el paso de la Suzuki.

En la penúltima vuelta Rins intentó por fuera en la recta y cruzó una milésima antes que Márquez.

En la penúltima vuelta Rins intentó por fuera en la recta y cruzó una milésima antes que Márquez.

Photo by: Gold and Goose / LAT Images

Al cerrar la 19ª ronda, penúltima vuelta, Rins se arriesgó lanzándose por afuera en Woodcote, el viraje rápido en el cual se sube de cuarta a quinta marcha con la meta a la vista. Casi sin lugar porque Márquez tampoco le dejó mucho espacio, pisó el piano y pasó hasta el cemento verde pero aún así cruzó la línea ¡una milésima antes que el heptacampeón! Creía que ese era el giro final, que se terminaba la carrera y por eso se lanzó de ese modo. No era la primera vez que Rins confundía el final de una competencia. Cinco años atrás, cuando corría en Moto3, el catalán creyó que había ganado el Gran Premio de República Checa y empezó a festejar pero ¡faltaba todavía una vuelta! Ese día terminó noveno.

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La reacción en Silverstone fue inmediata y de nuevo se colgó detrás de Márquez esperando su oportunidad en la parte más trabada del trazado más largo del calendario. Rins sabía que si pasaba al autor de la pole en las Eses, la Honda no tardaría en recuperarse en la recta del Hangar. Entonces postergó su lance hasta la última curva pero cambió su trazada y encaró por adentro aprovechando el derrape que obligó a Márquez a cortar un instante el acelerador. A más de 140 km/h, Rins se hizo tiempo para girar levemente la cabeza hacia su izquierda y buscar al campeón con la mirada, cerciorándose de que estaba ganándole y esta vez sí, con bandera de cuadros y todas las de la ley, ¡y por 13 milésimas!

El éxtasis que envolvió a Rins y el equipo Suzuki fue inversamente proporcional a la decepción que Márquez y su tropa maquillaron con módicas sonrisas aprendidas en tanto tiempo frente a las cámaras. El piloto que ha ganado cinco títulos en seis temporadas en la cúspide del motociclismo de velocidad, el que lidera el campeonato con más de tres carreras de ventaja, perdió un mano a mano en la curva final por segundo Gran Premio al hilo. La recompensa mayor, el Mundial, está casi asegurada. Pero el sabor a hiel de esta derrota, mucho más amarga que la sufrida dos semanas antes con Dovizioso en Austria, tardará en irse de la boca. Porque 13 milésimas pueden durar mucho tiempo.

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