'El campeón que venció a los demonios'

El hombre y el piloto, ¿van juntos o cada uno tomó su camino? Ésa es la pregunta que me hago luego de ver en pista a tan espléndido piloto y luego escuchar al hombre que declara estar peleando contra sus demonios. Los dos son Lewis Hamilton, uno de los grandes pilotos de la historia, ya con seis títulos ganados en Fórmula 1, lo que sólo un ser humano pudo conseguir hasta ahora.

Ese campeón de las pistas ya venció a sus demonios. Mucha de la gente que lo sigue aceptó la mejora en su imagen luego de condenarlo por las licencias que FIA le permitió tomar. Fueron muchas maniobras sin sancionar en sus primeras temporadas, algunas contra su propio compañero de equipo, por caso, la de la curva 1 en Austin 2015, por la cual barrió la pista y lo sacó afuera a Nico Rosberg.

Un porcentaje importante de los fans de F1 todavía no le perdonan aquellas actitudes y lo siguen tildando de consentido del poder. Por mi parte, prefiero sólo juzgarlo por su calidad y talento arriba del auto. Algo que se acentuó con los años y fue borrando aquella imagen algo deslucida. En definitiva, siempre dije que la mayoría de los campeones de F1 pertenecen al rubro de los chicos malos, y Hamilton siempre lo fue. Como Ayrton Senna, Michael Schumacher, Alain Prost y tantos otros, con las victorias y los títulos llegaron las actitudes mejores, las reconciliaciones, los abrazos y palmadas. ¿Les recuerda algo todo ésto?

Alan Jones era un malo, Nelson Piquet también, Nigel Mansell no era precisamente un angelito, hasta Sebastian Vettel, considerado como uno de los buenos, tuvo sus problemas con Mark Webber, como el ‘multi 21’, además de propinarle un par de autazos a Lewis hace un par de años en Baku. Y también Rosberg con un par de maniobras realizadas a propósito perjudicó a Hamilton, sin dejar de recordar los casos que protagonizó Fernando Alonso, como el de aquella carrera de Hungría 2007, extendiendo la parada para que Lewis se quede sin tiempo para su vuelta final en Qualy, la sospechosa victoria de Singapur 2008, la del affaire Nelsinho Piquet. Se salvan pocos.

Por otro lado, el hombre Hamilton, el que vive su vida fuera de los circuitos, confiesa que pelea por mejorar, trata de ser vegano, busca encontrarse a sí mismo. Como hacemos todos en definitiva, tratar de ser mejores, más allá de los tatuajes y los peinados exóticos.

Tal vez el secreto para Hamilton hombre sea mirar a sus colegas pilotos y a si mismo, recordar cómo él se reconcilió con Vettel y Alonso, ver cómo Ayrton y Prost terminaron abrazados en un podio, y comenzar a recorrer de esa manera su propio camino. A esta altura lo merece.

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