Tras la carrera del domingo en Nashville, en la que terminó segundo tras salir desde la pole position, McLaughlin calificó como "una broma" los reinicios en la serie.

El piloto neozelandés sintió que la naturaleza del final de la carrera le impidió atacar al eventual vencedor, Kyle Kirkwood, que ganó su segunda carrera de la temporada para Andretti Autosport.

"Creo que desde una perspectiva deportiva, los reinicios son una broma", dijo McLaughlin. "Creo que necesitamos reiniciar en la línea de salida/llegada. Por lo tanto, no se puede pasar hasta la línea de salida/llegada".

"Siempre vas a tener estas amarillas. Siempre vas a tener estos grupos que causan banderas rojas y nos hacen ver como..."

"No hay cadencia. Una vez que hay una bandera amarilla en un circuito urbano, es sólo una batalla campal. La gente bombardea. Estamos en nuestro derecho de hacerlo".

"Si queremos tener una carrera pura, podríamos haber tenido un shootout de 10 vueltas, Kyle y yo, al final. En cambio, estuvimos arrancando y frenando, arrancando y frenando. La acción fue fantástica. Simplemente no tuvimos carrera".

Scott McLaughlin, Team Penske Chevrolet, lidera en Nashville

Foto de: Josh Tons / Motorsport Images

McLaughlin restó importancia a la sugerencia de que existe un pacto de caballeros entre pilotos para no adelantarse los reinicios, algo de lo que también se quejó Alexander Rossi tras las 500 Millas de Indianápolis de este año.

"Creo que cuando se pone verde, hay kamikazes detrás y (a ellos) no les importa", dijo McLaughlin. "Están en su derecho de lanzarse por dentro cuando se pone verde. No pasa nada. Pero tenemos este terrible final de carrera frenando y arrancando y de aspecto amateur".

"Sólo tenemos que ir al vértice de la última curva o a la línea de salida/meta. Hacer un punto en el que no se pueda adelantar, sólo para ponernos en marcha. Lo he hecho en Supercars. La Fórmula 1 lo hace. Simplemente hace que la carrera se ponga en marcha".

La zona de reinicio en Nashville se trasladó entre las curvas 9 y 10 este año, pero McLaughlin no se mostró sorprendido por el cambio.

Esto provocó un reinicio desordenado después de la primera amarilla, cuando Pato O'Ward fue contra la parte trasera del coche de McLaughlin, y Colton Herta tuvo que levantar, lo que provocó que fuera cargado al llegar a las canicas en el exterior de las dos últimas curvas.

La penúltima reanudación fue aún más caótica, con Herta golpeando el muro antes de que Felix Rosenqvist, Agustín Canapino y Benjamin Pedersen chocaran entre sí, lo que provocó la bandera roja.

"Voy a hablar con Jay (Frye, presidente de la IndyCar) al respecto y con (Kyle) Novak (director de carrera)", añadió. "Movemos los reinicios, hacemos esto, hacemos lo otro. Nada funciona hasta que lo controlamos".

"Me enoja, de verdad".