El día que Eddie Irvine sorprendió y se convirtió en ganador con Ferrari en la F1
Eddie Irvine consiguió inesperadamente su primera victoria en la F1 en Melbourne 1999. Cómo el caos, la mala suerte y la estrategia lo convirtieron en un inesperado ganador ese domingo.

El 7 de marzo de 1999, una nueva temporada de Fórmula 1 dio comienzo en Melbourne. Todas las miradas estaban puestas en la esperada batalla entre McLaren y Ferrari, con el defensor del título, Mika Hakkinen, como gran favorito. Sin embargo, no sería el finlandés, sino Eddie Irvine quien ganaría la primera carrera del año. Un ganador inesperado en una carrera llena de caos, problemas técnicos y sorpresas estratégicas.
Las expectativas de antemano
Tras la temporada dominante de McLaren en 1998, se esperaba que el equipo volviera a marcar la pauta. Hakkinen y David Coulthard habían impresionado en las pruebas invernales, mientras que Ferrari seguía luchando con pequeños problemas de fiabilidad. Michael Schumacher partía como claro número uno dentro de Ferrari, mientras que Irvine era visto principalmente como un leal segundo piloto. Sin embargo, el norirlandés había indicado de antemano que quería algo más que un papel secundario: "Quiero demostrar que puedo ganar carreras", dijo antes del Gran Premio de Melbourne.
Una salida caótica

Foto de: Motorsport Images
Como era de esperar, los McLaren fueron imbatibles en la sesión de clasificación. Hakkinen se hizo con la pole position, con Coulthard a su lado en la primera fila. Schumacher logró clasificarse en tercero con su Ferrari, seguido de Irvine en cuarto lugar. Detrás de ellos se situaron Heinz-Harald Frentzen con el Jordan y Ralf Schumacher con el Williams, dos que esperaban aprovechar los errores de los de delante.
El inicio de la carrera estuvo lejos de ser perfecto. En la primera curva, Ricardo Zonta y Alexander Wurz chocaron, lo que provocó la salida inmediata del coche de seguridad. Damon Hill, con el otro Jordan, también tuvo mala suerte y se vio obligado a abandonar tras un incidente con Ralf Schumacher. Los McLaren, por su parte, conservaron el liderato sin problemas, con Hakkinen por delante de Coulthard, seguido de Schumacher e Irvine.
La pesadilla de McLaren
Durante un buen rato, todo parecía repetirse como en 1998: los McLaren se alejaban del resto de la parrilla sin problemas y parecían encaminarse hacia un 1-2 dominante. Pero el destino tenía otros planes. Primero Coulthard abandonó por un problema hidráulico y poco después Hakkinen sufrió un problema en la caja de cambios. De repente, los Ferrari se pusieron en cabeza, con Irvine en primer lugar tras una inteligente estrategia de paradas en boxes.
Con Schumacher en segunda posición, Ferrari parecía encaminado a un sólido 1-2 final. Pero incluso antes de que la dirección del equipo pudiera pensar en órdenes de equipo, el alemán también se enfrentó a problemas técnicos: una falla en los frenos lo envió a la grava y lo obligó a abandonar la carrera. De repente, Irvine conducía cómodamente en cabeza, con Frentzen como único rival serio.
Una carrera impecable hacia la victoria

Irvine mantuvo la calma y realizó una carrera sin errores, algo que no podía decirse de todos sus competidores. Ralf Schumacher y Frentzen intentaron presionarlo, pero el piloto de Ferrari se mantuvo firme y al frente para cruzar primero la línea de meta después de 58 vueltas, seguido de Frentzen y Ralf Schumacher.
"Esto es un sueño hecho realidad", dijo Irvine tras la carrera. "Sabía que podía hacerlo, pero también necesitas un poco de suerte. Hoy todo me ha salido bien".
Con esta victoria, Irvine se puso inesperadamente en cabeza del campeonato, una situación que nadie había previsto. La carrera de Melbourne no sólo supuso su primera victoria, sino también el punto de partida de una temporada en la que acabaría presentando su candidatura al título mundial debido a lo sucedido con Schumacher meses después en Silverstone, cuando el alemán sufrió un grave accidente que lo dejó fuera hasta el final del año.
El Gran Premio de Australia de 1999 sigue siendo uno de los inicios de temporada más sorprendentes de la historia de la Fórmula 1. Cuando todas las miradas estaban puestas en McLaren y Michael Schumacher, la carrera se saldó con el triunfo de un piloto que hasta entonces había sido visto principalmente como un segundón. Sería el comienzo de una temporada fascinante y muy cambiante en la lucha por el campeonato mundial.

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