A 20 años de la gran irrupción de Montoya en la F1
¿Mónaco? ¿Monza? ¿Indy 500? El colombiano ha dejado grandes triunfos en su palmarés, pero el Gran Premio de Brasil de 2001 fue su carta de presentación en la Fórmula 1, una que puso sobre la mesa frente al campeón del mundo de entonces, Michael Schumacher.
Foto de: James Bearne
Diferente a otros debutantes en la Fórmula 1, Juan Pablo Montoya llegó antecedido de gran prestigio tras conseguir los títulos de la Fórmula 3000 Internacional, la IndyCar e Indy 500 en años consecutivos. No había otro piloto joven con tal impulso en ese entonces y su arribo a BMW Williams, que empezaba a tomar vuelo también tras un primer año prometedor, parecía el matrimonio ideal.
Sin embargo, corridas las dos primeras carreras de la temporada 2001, Montoya aun no había puesto su carta de presentación sobre la mesa. Todo lo que había mostrado en su camino al asiento de titular con el equipo de Frank Williams y Patrick Head, solo generaba expectativa, pero en pista tenía que mostrar más temprano que tarde que podía estar al nivel de los mejores en la Fórmula 1.
Alex Zanardi dominó la escena en los Estados Unidos, pero fue un fiasco su regreso a la Fórmula 1 con Williams. Montoya estaba en una etapa de su carrera diferente pero aun tenía que dar claras muestras de la categoría de piloto que era realmente, pues en las dos carreras disputadas hasta ese entonces, Australia y Malasia, había sido superado por Ralf Schumacher en clasificación y no había pasado la meta todavía por primera vez.
En Australia el motor lo dejó en el camino cuando habría podido como mínimo sumar muy buenos puntos en ausencia de Ralf, quien había chocado con Villeneuve, y en Malasia tuvo un problema técnico que limitó su rodaje en los libres al cual se sobrepuso en clasificación, pero luego en carrera fue una de las víctimas del diluvio de las primeras vueltas.
El miércoles anterior al Gran Premio de Brasil, ya en Interlagos, Montoya tuvo la oportunidad de dar una vuelta al circuito en un auto de calle. Recuerdo su expresión al describirme el circuito, dándome a entender que tenía carácter. No puedo repetir aquí las palabras exactas, pero dicho de otra forma, Interlagos le movía la aguja, si me hago entender.
El primer destello llegó en la última práctica libre, en la que marcó el mejor tiempo. Fue el único capaz de rodar por debajo del minuto y 14 segundos y era un hecho que tenía con qué pelear por su primera pole. Sin embargo la sesión de una hora, entonces limitada a 12 vueltas por piloto, no acabó como debía. Montoya chocó y tuvo que ir por el T-Car, que según dijo luego no se portaba igual al otro FW23.
“Es parte de la experiencia, de aprender a no cometer tantos errores. Yo creo que uno siempre tiene ganas de hacer cosas más grandes y mejores que el resto de la gente y a veces la cag... por intentarlo”, decía Montoya con una sonrisa recordando ese episodio meses después.
Saldría cuarto igual, su mejor posición en parrilla, pero Ralf estaba en primera fila con su hermano Michael, un hito en la Fórmula 1 para dos hermanos y probablemente nada que fuese una mayor motivación para Montoya de cara a lo que importaba, la carrera.
En fotos: la secuencia del Montoya Vs. Schumacher y el triste final con Verstappen
Seguramente esas ganas estaban en su cabeza cuando al final de la primera vuelta se encontró justo detrás del ala trasera del campeón del mundo y poco después con un Safety Car por delante. Ralf había quedado atrás en la salida y Hakkinen se había quedado parado en la parrilla.
En su paso por los Estados Unidos, cada “Pace Car”, como se llama allí al auto de seguridad, era una oportunidad para Montoya, rey en neumáticos fríos en la serie norteamericana en cada reinicio.
Cuando se retiró el Safety Car iniciando la vuelta 3, Montoya traía más impulso que Schumacher, pero estaba lejos, muy lejos como para intentar lo que fue costumbre en Estados Unidos, ir por la punta en el reinicio. Aun así, lo hizo, confiando en su habilidad de poder frenar su Williams en menos distancia que el alemán, quien seguramente no esperaba tal atrevimiento.
Más que mi recuento, dicen los emocionantes relatos de mi padre Germán y míos para RCN y Caracol Radio de Colombia aquel día al ver lo que sucedía y cómo sucedía. Yo no daba crédito.
¿Pero qué pasó por la cabeza de Montoya al intentar esa maniobra, que en principio parecía optimista pero que él se encargo de convertirla en su carta de presentación en la Fórmula 1?
“El hueco claro, no estaba… yo sabía qué tan tarde podía frenar, pero creo que él no me estaba esperando ahí” relató Montoya entonces.
“Algo que me había llamado la atención era que el Ferrari tenía un ruido peculiar cuando aceleraba y tenía mucha tracción, algo que no me parecía muy lógico en esa época del año cuando no existía un reglamento permitiendo eso.”
Montoya no quería decirlo pero lo dijo, sospechaba que Ferrari y Schumacher usaban control de tracción, cuando en ese inicio de temporada no estaba permitido. Eso lo irritó más cuando lo vivió en el momento de pisar el acelerador en el reinicio.
“En el momento en que aceleramos él me metió como dos carros de distancia, nosotros teníamos mucho más tope de velocidad que ellos y cuando llegué al final de la recta, no se… tenía un poco los cables cruzados, la verdad.”
¿Habría ganado ese día por primera vez en la Fórmula 1? El posterior choque con Jos Verstappen dejó para siempre ese interrogante, pero tal vez fue mejor que acabara así. Para ese entonces los neumáticos Michelin de lluvia que montaba Williams no estaban al nivel de los Bridgestone de Ferrari o McLaren, en especial los intermedios de la marca francesa.
Con la lluvia que arreció como ya sabemos lo hace en Interlagos, quienes llevaban los neumáticos japoneses iban mejor equipados para enfrentar las condiciones cambiantes. De hecho los cinco primeros del resultado final los llevaban, así que tal vez no era la carrera para Montoya, aunque siempre será recordada más por lo que significó para él, que por el triunfo de Coulthard o el primer podio de Heidfeld.
Más fotos del Gran Premio de Brasil 2001
¿Qué pasó después?
Lo frustrante para Montoya llegaría unas semanas después, en la siguiente prueba, pues justo cuando había demostrado su potencial y era el hombre del momento, Ralf se anotó la victoria en San Marino, la primera para BMW Williams. Su rivalidad con el menor de los Schumacher era encarnizada. Su relación, la mínima necesaria.
Ese triunfo dio impulso a Ralf y le costó a Montoya casi toda la temporada poder dar vuelta a la situación, no sin antes tener otros controvertidos episodios con Michael y pasar algún otro trago amargo, como en Hockenheim donde la victoria estaba en su mano hasta que falló el motor y fue Ralf quien recogió el triunfo para entregárselo a BMW en casa.
Después llegaría Monza finalmente, ese día en el que los Schumacher no querían correr, contrariados por el 9-11 reciente y por el accidente en el que perdió las piernas Alex Zanardi el día anterior al Gran Premio de Italia. Incluso diría que antes de eso Montoya tomó vuelo realmente, pero eso merece capítulo aparte.
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