La balanza del poder

Marc Márquez y Dani Pedrosa componen la pareja más menuda del Campeonato Mundial de MotoGP. El bicampeón 2013/2014 mide 1,68 metro y pesa 59 kilos. Su compañero, aún más enjuto, encierra 59 kilos en 160 centímetros. Sin embargo, su peso en el equipo oficial Honda es mucho mayor. Y el de Márquez, por caso, no ha parado de subir desde que llegó a la categoría reina a comienzos de 2013 y luego de haber logrado dos títulos en tres años. El catalán de Cervera, encaminado a extender su vínculo con la marca japonesa por otras dos temporadas, quiere ahora una demostración de confianza que refrende su posición en la balanza. Márquez pretende ser la guía principal en el desarrollo futuro de la moto.

Después de haber sido campeón de 125 cc. en 2010, subcampeón de Moto2 al año siguiente y monarca de la cilindrada intermedia en 2012, Márquez fue promovido directamente al equipo oficial luego de que Honda y el apoderado Emilio Alzamora convencieran a Carmelo Ezpeleta para que Dorna levantara la medida que prohibía a los novatos debutar en escuderías oficiales.

La casa del Ala necesitaba un buen sustituto para el australiano Casey Stoner, quien acababa de retirarse, y Márquez asomaba como la solución. De inmediato el piloto demostró que no se habían equivocado en la elección. Aquella cesión de Dorna sirvió también en la negociación para que Honda no obstruyera el rumbo que desde la organización pretendía dársele al reglamento técnico de MotoGP.

Cuando Márquez montó por primera vez la RC213V se encontró con una moto desarrollada según el rumbo que Honda llevaba con Stoner y Pedrosa. Heredó del australiano buena parte del plantel técnico, con la excepción del ingeniero de pista Santi Hernández y el jefe de mecánicos Carlos Liñán, quienes lo habían acompañado en Moto2. El piloto y sus ayudantes tuvieron que acomodarse al grupo que les había sido asignado y a una moto en cuyo desarrollo casi no habían tenido palabra. Sin embargo, los resultados no tardaron. El catalán subió al podio en su debut en Qatar y ganó en la segunda carrera, en Austin. Y al tiempo que quebraba cuanto récord de juventud existía en el Mundial, anudó el título en la última fecha, en Valencia. Con el aval de los resultados pidió entonces volver a trabajar con los mecánicos que lo habían asistido en Moto2. Así acomodó otra vez en su círculo a Javi Ortiz, Jordi Castellà y Hugo Bucher, quienes en 2013 se habían quedado colaborando con su hermano Álex en Moto3. Lejos de resentirse con los cambios, la estructura se volvió todavía más sólida. Con ese grupo sumado a los ingenieros que ya tenía Márquez, inició la temporada 2014 con una seguidilla de diez victorias en fila que más temprano que tarde decidió el rumbo del campeonato.

Si bien el bicampeón más joven en la historia de MotoGP es desde hace tiempo -y a fuerza de resultados- la voz más escuchada por los ingenieros de Honda, el equipo oficial padeció en 2015 los efectos de ciertas luchas internas entre el departamento de motores y los responsables del chasis. Unos y otros se culpaban por la indocilidad de la máquina mientras Márquez acumulaba caídas en el afán de andar tan rápido como las Yamaha de Jorge Lorenzo y Valentino Rossi.

El prototipo 2016, ha quedado visto, también tiene falencias en distintas áreas -principalmente en aceleración como quedó demostrado días atrás en la puja con Lorenzo en Mugello- y Márquez es el único que ha podido sacarle rendimiento al precio de andar mucho tiempo más allá del borde de lo aconsejable.

En breve se dará un cambio trascendente en la cima de la estructura deportiva de Honda. Shuhei Nakamoto, vicepresidente ejecutivo de Honda Racing Corporation e ingeniero jefe ejecutivo de la división de investigación y desarrollo, el casi sexagenario japonés que en las victorias espera sonriente a Márquez con medio cuerpo encima de la valla del parque cerrado, dejará el puesto que ocupa desde 2009. Entre sus logros se destacan la contratación de Stoner y la confianza depositada en su momento en el novato Márquez.

Quiere irse con la rúbrica de Marc fresca en un nuevo contrato con la fábrica. La partida de Nakamoto también marca al piloto: más allá de la relación personal, Márquez está preocupado por el rumbo técnico que pueda tomar el equipo y por eso pretende -en sociedad con Santi Hernández- concentrar más poder de decisión sobre el desarrollo de las máquinas de MotoGP. Quiere inclinar la balanza. Aunque su atlética figura lo desmienta, Márquez pesa ahora mucho más que aquel chaval que llegó a Honda en 2013.